Un bien con un mal se paga
por literatometropolitano
Ica ce cual-li zec-chihua Ica ce amocual-li zectlaxtlahuia
Una vez, una serpiente iba pasando donde había muchos
troncos tirados. Así iba cuando de repente se resbaló un tronco y le cayó
encima. La serpiente gritó del dolor que le había provocado el golpe. Quería
librarse y se esforzaba por zafarse de aquel tronco que la tenía atrapada;
hacia mucho esfuerzo y termino agotada. Finalmente, se durmió por el cansancio.
No muy lejos de ahí vivía un hombre. Este hombre recordó que
tenía que ir a buscar leña seca. Entonces tomo un lazo y su hacha. Y dijo a su
esposa:
– Ya me voy a buscar leña seca.
– Sí, que te vaya bien.
Entonces, el hombre se fue buscando, viendo por donde había
leña seca y árboles con ramas secas. En tanto, la serpiente seguía durmiendo.
De repente, despertó por el ruido de la maleza y escuchó que alguien se
acercaba. La serpiente se irguió u observó a su alrededor. Vio que un hombre
venía subiendo. Buscaba dónde hubiera leña seca. En eso escuchó que alguien
gritaba.
– ¡Hey!, tú, hombre, ven a ayúdame. Ayúdame, ayúdame por
favor.
El hombre vio a su alrededor y dijo: “¿Quién me estará
pidiendo ayuda?¿Quién? Porque no veo a nadie.” Y se fue caminando otra vez,
buscando leña seca. En tanto la serpiente se dijo:”Le voy a gritar mas fuerte”:
– ¡Hey!, tú hombre, por favor, ven y ayúdame. Ven a quitarme
un tronco que me tiene atrapada.
Al escuchar esto, el hombre vio a su alrededor y dijo:
“¿Quién será? ¿Quién?”
– Aquí, aquí estoy atrapada por un tronco que se cayó encima
de mí. Entonces, el hombre buscó por donde escuchó el auxilio que le estaban
pidiendo. Fue subiendo por donde hay mucha maleza, pero en una parte había
mucha maleza, y cuando pasó por aquel lugar fue que vio a la serpiente atrapada
por un tronco. Le pidió la serpiente:
– Ayúdame, por favor. Mira este tronco cayó encima de mí y
quedé atrapada, ahora no puedo salir.
– No, no te voy a ayudar, porque si te ayudo, después
querrás comerme.
– No te voy a comer, pero por favor, ayúdame. Quítame este
tronco.
– No, no, no puedo ayudarte porque me vas a comer.
La serpiente le suplicó más al hombre:
– Ayúdame y te prometo que no te voy a comer, pero ayúdame.
El hombre se compadeció de la serpiente, y le dijo:
– Esta bien. Te voy a ayudar, pero no me vas a comer.
– No, no te voy a comer.
El hombre puso a un lado su lazo y su hacha. Caminando donde
estaba la serpiente atrapada.
Pero como era grande el tronco, el hombre llegó y lo fue
levantando muy, pero muy despacio:
– Esta muy pero muy pesado.
La serpiente le suplico:
– Levántalo otro poco más.
– ¡Ah! ¡Ah! Pero esta muy pesado-. Hasta se puso rojo por el
esfuerzo.
– Otro poco más, que todavía estoy atorada.
El hombre se esforzó más por levantar el tronco, lo subió un
poco más, y le dijo a la serpiente:
– Salte inmediatamente. Ya no puedo sostener este tronco.
La serpiente salió rápidamente. El hombre soltó el tronco.
La serpiente le dijo:
– ¡Gracias! Pero muchas gracias por haber levantado este
tronco tan pesado y por ayudarme a salir. Muchas gracias, te lo agradezco, pero
ahora te voy a comer.
– Pero, ¿por qué? Si te acabo de ayudar para zafarte de ese
tronco que tenía atrapada, y si no te hubiera ayudado, te hubieras muerto, y
ahora quieres comerme. ¿Por qué?:
– ¿Qué no sabes, hombre, que un bien con un mal se paga?
– No, no es cierto.
– Si no lo crees, hay que preguntarle a tres animales.
– Pues vamos a preguntarles.
Se fueron caminando. No muy lejos de ahí encontraron un
burro que estaba pastando.
Este burro ya esta viejo. Entonces el hombre se acerco al
burro y le dijo:
– ¿Tú qué opinas acerca de lo que dice la serpiente?. Ella
dice que “un bien con Un mal se paga”. Yo fui a ayudar a la serpiente porque
estaba por un tronco, entonces ella me pidió que le quitara el tronco y cuando
levante el tronco, y la ayude a salir, me dijo que me va a comer. ¿Tú crees que
esta bien lo que dice la serpiente?
El burro estaba masticando. Cuando terminó de masticar,
dijo:
– Yo, cuando era joven y tenía más fuerza que ahora, me
llevaban al monte a traer leña, me cargaban mucho y cuando ya no podía caminar
por tan pesada carga, me pegaban con el lazo, con una rama de árbol…me pegaban
mucho. Ahora que ya estoy viejo, me vienen a dejar al monte, ¿y Ahora que voy
hacer?. Ahora aquí ando comiendo y se que me voy a morir. Moriré solo. Yo opino
que la serpiente tiene razón: “Un bien con un mal se paga”.
Al escuchar esto, la serpiente se puso muy feliz. “Ahora si
me lo voy a comer. Voy a comerme a este hombre.” A el dio miedo, Mucho miedo.
Entonces replico:
– Pero falta todavía dos animales por preguntarles. Tú dijiste
que iban a ser tres.
La serpiente le respondió:
– ¿Para que vamos a preguntarle a los demás animales? Ya
tengo mucha hambre. La serpiente llevaba un día sin comer y tenía mucha hambre.
– Es mejor que te coma. Ya te voy a comer
– No, no, no. Faltan dos animales por preguntarles.
– Esta bien, vámonos – acepto la serpiente.
Fueron caminando en busca del otro animal. Ahí dejaron al
burro pastando.
No muy lejos de ahí, encontraron un toro que también estaba
pastando. El hombre se acercó al toro y le dijo:
– ¿Qué haces, torito? Escucha esto y dinos si esta bien lo
que dice la serpiente: que un bien con un mal se paga. Escucha: ayudé a la
serpiente a que saliera, porque y un tronco le cayó encima y quedó atrapada y
no podía salir. Cuando la ayudé a salir, ella quería comerme, tú, ¿Qué dices?
– Eso sí es cierto: un bien con un mal se paga
– Pero, ¿Por qué?
– Ahora vas a escuchar por qué, Cuando yo era joven y tenía
más fuerza, hacían que labrara la tierra con un arado y cuando ya no podía ir,
ellos me pegaban con un lazo, con un palo, y a veces me picaban con púas del
maguey… Y así fue mi vida hasta ahora que ya estoy viejo. Ahora ya no sirvo
para nada. Ahora ellos quieren comerme. Es por eso que cuando me trajeron aquí
al monte, me escondí y aquí me quedé. Ahora se que me voy a morir, pero aquí
nadie me va a comer.
Al escuchar esto el hombre se puso triste y dijo:
– Está bien, entonces esta serpiente me va a comer.
– Ahora si te voy a comer. Es mejor que ya te coma. Nada más
me estoy saboreando.
– Falta un animal todavía por preguntarle.
– Está bien. Vámonos.
Ahí dejaron al toro pastando. Iban caminando cuando vieron
que venía bajando un coyote. Se acercaron.
– Coyote, por favor, ayúdame, tú que opinas, ¿está bien lo
que dice la serpiente?
Cuando dice que un bien con un mal se paga.
– ¿Verdad que si es cierto? – dijo la serpiente.
– Quiero que escuches bien: yo le quite un tronco que estaba
encima de ella, la tenía atrapada y no podía zafarse. Yo la ayude a salir, y
ahora ella quiere comerme, pues dice que ” un bien con un mal se paga”.
El coyote escuchó con atención y contestó:
– Yo les voy a decir, siempre y cuando me muestren el lugar
y me digan cómo fue.
Cómo pasaron las cosas. Lévenme al lugar de los hechos, y ya
té diré, serpiente, si tienes razón o no.
– Si, sí, vamos – dijo la serpiente.
El hombre venía agachado. En tanto, la serpiente tenía mucha
hambre. Llegaron donde estaba atrapada la serpiente. El coyote dejo:
– ¿Cómo fue? ¿Cómo Paso? ¿Cómo estuvieron las cosas? Tú,
serpiente, ¿cómo estabas atrapada?
– Yo venía pasando por aquí y de repente se resbalo este
tronco, me cayo encima y quede atrapada. Y este hombre levantó ese tronco que
me tenía atrapada.
– Tú, hombre – pidió el coyote – levanta ese tronco para que
la serpiente se meta.
Entonces el hombre levanto el tronco y la serpiente se metió
y el hombre dejó caer lentamente el tronco. El coyote le pregunto a la
serpiente:
– ¿Cómo te sientes? ¿Sientes que estás bien atorada? ¿Crees
que puedas salir?
La serpiente se Empezó a mover, tratando de salir, pero no
pudo.
– ¡Así estabas atrapada?
– Sí. Así estaba atrapada. No podía zafarme.
Entonces quédate ahí, que nosotros ya nos vamos.
– ¡No! No me dejen aquí. Quítenme este tronco. Quítenmelo.
Ayúdenme, por favor.
– ¡No! Te ayudaron una vez, ¿y qué hiciste’ Querías comerte
a este hombre. Así que ahí te quedas.
Nosotros ya nos vamos.
Gritaba mucho la serpiente:
– ¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme, por favor!
El hombre le dijo al coyote:
– ¡Muchas gracias por haberme ayudado!¿Cómo te lo
agradeceré? Dime, ¿qué es lo que quieres por haberme ayudado?
– Mira, últimamente no me he sentido bien, si tú quieres
darme algo, pues dame unos dos o tres borregos y con eso me lo agradecerás.
– Sí, sí. Mañana te los traigo. Aquí me esperas, yo aquí voy
a venir.
El hombre llegó a su casa, ya no trajo la leña y le dijo a
su esposa:
– ¿Qué crees que me pasó?
– ¿Qué cosa? ¿Qué cosa?
– Una serpiente me engañó. La ayudé a salir debajo de un
tronco que la tenía atrapada y no podía salir. Cuando la ayudé a salir, ella
quería comerme.
– ¿Quién te ayudó?
– Me ayudó el coyote.
– ¿Cómo fue que te ayudó?
– Fuimos otra vez donde pasó todo, donde estaba la serpiente
atrapada, le colocamos otra vez el tronco y ahí se quedo otra vez.
– ¡Ah! ¡Ah! ¿Ahora qué vas a hacer?
– Pues yo le prometí al coyote llevarle tres borregos, así
que me buscas esos borregos, los mejores que encuentres. Los pones dentro de un
costal, para que de esa forma le dé las gracias al coyote por haber ayudado.
Se fue a dormir el hombre. La mujer se quedó ahí sentada y
dijo: “¿Yo le voy a dar mis borregos? ¡Cómo no! Si muchas veces me ha robado
mis pollos, y ahora quiere que le dé mis borregos. ¡No! “Recordó que tenía unos
perros que mordían mucho, y pensó: “Ya sequé es lo que le voy a dar a ese
coyote”. Salió a buscar el costal, encontró el costal y se fue directamente
donde estaban los perros. Les amarró un poco la boca para que no ladraran y los
fue metiendo. Cuando terminó de meter los perros dentro del costal, se fue a
dormir.
Al otro día, temprano, se levantó el hombre. Y vio en la
puerta que ahí estaba el costal.
Miró a su mujer; estaba durmiendo. Se fue hasta la puerta y
se cargó el costal. Se fue. En tanto, La mujer se estaba haciendo la dormida,
hasta se estaba riendo: “¡Ji! ¡Ji! ¡Ji!” ya se salió el hombre cargando el
costal. Se fue caminando hasta donde quedó de verse con el coyote.
Va caminando, llegó al lugar y vio que ya estaba esperando
el coyote. Hasta se va riendo el hombre, llegó y le dijo:
– Ya llegué. Aquí están los borregos que te prometí; con
esto te doy las gracias por haberme ayudado.
– Ahora yo te agradezco por haberme traído estos borregos.
Con esto voy a quedar bien otra vez.
– Bueno, yo ya me voy. Que los disfrutes bien y muchas
gracias por haberme ayudado.
Ya me voy.
Ya se fue bajando la cuesta. En tanto, el coyote decía:
– ¡Que rico voy a comer ahora! Voy a comer rico.
Cuando abrió el costal se llevó una sorpresa. Salieron unos
perros que lo empezaron a morder. Lo anduvieron revolcando. Lo mordieron mucho.
Quien sabe cómo logró escapar de los perros. Pero los perros lo fueron
correteando. En tanto, el hombre, que ya venía más abajo, escucho al coyote a
lo lejos decir:
– tenía razón la serpiente al decir que “un bien con un mal
se paga”.
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